Todas las personas necesitamos atravesar dificultades para fortalecernos. Si todo resulta fácil, nos acomodamos. Para avanzar necesitamos retos. Para impulsarnos necesitamos presión. En los momentos difíciles es fácil caer en la desesperanza. Si nuestro cerebro percibe que estamos en un momento de tensión, activa las señales de peligro. Entonces nos ponemos a la defensiva, defendemos nuestro territorio, y procuramos imponernos, o bien nos bloqueamos o salimos huyendo. Ayuda saber que estas reacciones automáticas han sido necesarias para la supervivencia de nuestra especie. Sin embargo, en el mundo en que vivimos actualmente la mayoría de nuestros temores no son reales. Son más bien preocupaciones, es decir, anticipaciones de un resultado negativo.
Para ser capaz de superar los miedos hay que enfrentarse a ellos. Es la única forma. Un temor no desaparece por sí solo, más bien se agranda si lo evitas. Para gestionar los miedos lo primero es conocerte bien e identificar qué te asusta. Lo segundo es entrenarte en superarlo. Si te da miedo a hablar en público, ve a conferencias y lanza preguntas al orador ante una gran audiencia. Si te asusta la soledad, ve solo/a al cine. Si te da pánico volar, súbete a un avión cada vez que tengas ocasión. Si te aterrorizan las alturas atraviesa un puente elevado. Ser valiente no es exclusivo de los super héroes, pues no significa no tener miedo, sino actuar a pesar de ello. Ten el coraje de mirar cara a cara a todo aquello que te asusta y de perseverar hasta derrotarlo. (Todo esto, siempre y cuando no se traten de fobias, si es el caso, ponte en manos de un especialista.)
Si te enfrentas a un nuevo reto, puedes pasar por dos fases. Una primera de confianza en la que te dejas llevar por la ilusión y en donde te enfocas en los aspectos positivos. En esta etapa valoras lo que vas a obtener y los recursos de que dispones para lograrlo. Luego viene la segunda fase donde predomina el miedo. Aparecen los temores y la inseguridad. El miedo al fracaso, miedo al ridículo, y al sufrimiento. Te planteas que no eres suficientemente capaz, que no dispones de los recursos de tiempo, o personales, o económicos suficientes, y que no tienes los conocimientos o talentos necesarios. Cuando dudas de ti mismo/a, te enfocas en los obstáculos y en los problemas que tienes que superar para alcanzar la meta, en lugar de en tus capacidades y olvidas tu propósito. Ambas fases pueden ocurrir simultáneamente o una después de la otra. Lo cierto es que sólo tú decides en qué fase te quedas. Cuando superas tus miedos te conviertes en la mejor versión de ti mismo/a.
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Hola Emma, Muchas gracias por compartir con nosotros este magnífico artículo.
Lo leo y me recuerda alguno de los cursos que hice hace ya años en mi empresa, creo que en este caso sobre el trabajo en equipo y los estilos de Dirección.
Allí nos explicaban que combinando las variables “ganas” y experiencia de las personas del equipo, todo proyecto pasaba por 4 fases. Las dos primeras las describes perfectamente en tu último párrafo. La primera es la de esa ilusión por empezar algo que te mueve a informarte, formarte, prepararte, buscar un equipo en el que apoyarte, etc. Y empiezas. Y ahí llega la segunda, en la que ves la realidad y piensas que quizás las cosas no son como esperabas, y que no vas a tener fuerzas para seguir.
Lo realmente importante es que aún hay dos fases más que te llevan al éxito del proyecto. Y para eso hay que pasar de la del miedo a la siguiente con una mezcla de decisión y sobretodo de confianza en uno mismo y en el equipo. Y entonces te das cuenta de que ese miedo era infundado y re refuerza para la próxima vez.