«Aquellos que no encuentran excusas para fracasar, son los mismos que encuentran motivos para triunfar.» Anxo Pérez
Un ser humano sin metas es como un barco a la deriva, que probablemente está trabajando por las metas de otro. El éxito no es ni más ni menos que la consecución de metas, mayores o menores. Las personas soñamos conseguir solo lo que somos capaces de imaginar. Y solo podemos lograr aquello que primero creemos merecer y segundo creemos que merece nuestro esfuerzo. Merecimiento y mérito no son lo mismo. Creer que merezco algo es tomar conciencia de que tengo el derecho de lograrlo; obtenerlo es cuestión de mérito, es decir de hacer lo necesario para lograrlo, en otras palabras, de pagar el precio por ello. Por tanto tu nivel de éxito depende del nivel de creencia en ti mismo y en tus destrezas para hacer lo necesario para alcanzarlo.
El viaje hacia el éxito es un viaje de superación personal y de auto conocimiento. Y en ese viaje la evolución de nuestra conciencia va en paralelo a la magnitud de nuestras metas. A mayor nivel de conciencia, mayor ambición y mayores resultados. Ningún ser humano que sea recordado por triunfar en algo ha carecido de ambición, ya sea ésta económica, deportiva, científica, política, social o espiritual.
Es cuando creo que el éxito es posible para quien ya lo ha alcanzado pero no para mi, y me pongo miles de escusas y justificaciones para ni siquiera plantearme la posibilidad de imaginármelo, que si no tengo el dinero, ni la capacitación, ni el tiempo, ni las circunstancias, ni los contactos, ni siquiera la ambición. La mente está condicionada por todas estos argumentos y necesita abrirse a nuevos universos para poder avanzar.
En ese momento ese triunfo que otros ya han logrado me gustaría también para mi, y me pregunto ¿por qué yo no? ¿qué tiene esa persona que yo no tengo? ¿qué ha hecho que yo no pueda hacer? Es el primer trampolín desde donde contemplar que las posibilidades existen también para mi. Pero aún no me creo capaz de saltar, me asaltan dudas y miedos que me paralizan del tipo ¿y si no soy capaz? ¿y si no es para mi? O peor aún ¿y si no lo merezco? En este punto hace falta elevar la auto confianza para creer que yo me lo merezco y que yo sí puedo.
En este nivel de conciencia ya sientes que mereces los que quieres y que tú puedes conseguirlo, además tienes un motivo fuerte que te empuja a saltar al vacío. Sin embargo, aparecen otro tipo de limitaciones que te ponen a prueba: otras prioridades, contratiempos, imprevistos… Estas situaciones a menudo son pruebas que sirven para redefinir tu nivel de compromiso con tu meta ¿hasta dónde vas a sacrificar? ¿estás dispuesto/a a pagar el precio?
Ya has tomado la decisión, ya has renunciado a todo aquello que te desvía de tus objetivos, ya tienes un plan de acción hacia tus metas y lo cumples, ya solo queda tener el mérito de colgarte la medalla. Esta etapa tampoco está exenta de dudas, miedos, contratiempos, obstáculos ni desafíos. Sin embargo la determinación, la confianza y el entusiasmo inyectan tu perseverancia y te impulsan en el camino. Solo hay una cosa en tu mente, y es tu meta. Todo tu ser ya vibra en sintonía con tu sueño. Ya está creado, materializarlo es cuestión de tiempo.
¿En cuál de estos 4 niveles de conciencia estás tú? Darte cuenta de dónde estás es clave para ser consciente de qué aspectos necesitas trabajar para pasar al siguiente nivel de conciencia. De ti depende que subas estos 4 escalones para triunfar muy rápido o que te enredes una eternidad en cada uno de ellos. Si tienes prisa, te sugiero que busques un coach que te guíe o un mentor al que admires y que pueda ayudarte a identificar dónde estás y a subir de nivel con paso firme y decidido.
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¡Éxito y felicidad!
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