«El alpinista es quien conduce su cuerpo allá dónde un día sus ojos lo soñaron.» Gaston Rébuffat
Ayer asistí a la conferencia “Cómo Apostar por lo Imposible” del alpinista Alex Txicon, y me llevé varias enseñanzas que no tienen desperdicio. ¿Qué tienen en común la aventura de escalar y la aventura de emprender? Mucho, sobre todo que ambas son una apuesta por lo que parece imposible. Estas son las 6 claves para apostar por lo imposible que más me impactaron:
Esto me hace recordar una Ley Universal que dice “como es arriba es abajo”, y me ha dado muchos argumentos para afirmar que emprender un negocio es lo más parecido a escalar una montaña. Salvo en una cosa, emprendiendo tu vida no está en juego. Y es que para quienes no practicamos este tipo de deportes de riesgo, podríamos pensar que los escaladores arriesgan su vida. Lo cierto es que se entrenan a conciencia a todos los niveles durante muchos meses antes de iniciar la travesía. Es verdad que un pequeño error, un giro inesperado de la climatología, un mal cálculo o el miedo mal gestionado puede ser mortal. Y cuanto menos experimentado es un montañero o cuanto más subestima a la montaña, más peligro corre. Lo mismo ocurre a la hora de emprender. Si no tienes experiencia y no te preparas a conciencia, entrenando tus habilidades y aprendiendo nuevas competencias, tus errores se convertirán en una bola de nieve que crece a medida que avanza de forma muy peligrosa.
Cuando estamos persiguiendo un objetivo a veces perdemos de vista que es lo verdaderamente importante, y nos dejamos llevar por la competitividad y el reconocimiento. No debemos olvidar que es tan importante subir como bajar, y si cometes un mínimo error en la subida o no preparas a conciencia la bajada, quizás conquistar esa cumbre sea lo último que hagas. Y eso puede pasarnos también cuando nos obsesionamos con una meta profesional, cuando queremos ser los primeros en algo a toda costa, cuando no medimos nuestros recursos y tenemos solo una visión del corto plazo. Por eso es conveniente tener una buena planificación que contemple todos los posibles imprevistos, y que nos permita ir midiendo el avance y calculando el itinerario a largo plazo. Muchos emprendedores se lanzan a la odisea de emprender sin una hoja de ruta ni un plan de acción que seguir, y los resultados son desastrosos.
Saber con qué cuentas, dónde exactamente está cada herramienta o instrumento que necesitas, medir absolutamente todo, desde los que bebes y comes y cuándo lo haces, hasta lo que llevas encima contigo y la ropa exacta que te pones. Antes de iniciar cada nueva etapa, los escaladores invierten horas en prepararlo todo a conciencia. La mente de estos deportistas está preparada para hacer cálculos continuamente y tomar decisiones milimétricas. Igual la mente de un emprendedor no debe pasar por alto cuestiones como las tendencias del mercado o los cambios en los gustos de los consumidores y debe saber usar los recursos exactos en cada momento. Si inviertes o gastas más de lo previsto en una acción o te quedas corto en herramientas o recursos cuando estás en plena actividad, puede que te hundas en tus propios errores.
En estos momentos en los que estás preparado para alcanzar tu meta, pero algo externo y no previsto como una tempestad te lo impide y te ves obligado a retrasar el ataque a la cumbre, hay que ver siempre el lado positivo. Si aprovechas esos momentos de aparente retraso para allanar el camino, conocer el terreno y hacer pruebas, esto puede hacer que la subida después sea mucho más rápida y segura. Utilizar estos parones para permanecer activo, hacer simulaciones, testar y medir, puede marcar una gran diferencia en el éxito de cualquier aventura emprendedora. Además son momentos para conocerse mejor entre los miembros del equipo y limar posibles asperezas antes de que los problemas estallen en el momento más inoportuno.
Tratar a todos como parte del equipo sin discriminar a nadie porque su trabajo sea menos o no tenga el “título de” es no solo básico para la expedición sino justo desde el punto de vista humano. Cualquier reto al que nos enfrentamos hace que se muestre nuestra verdadera personalidad. Un buen líder se caracteriza por su integridad y coherencia. Ninguna cima se conquista en solitario, y cuando formas parte de una expedición hacia cualquier meta, a veces te toca ir a la retaguardia y permitir que sean otros los que aparecen en la foto. Esas situaciones te enfrentan con tu propio ego y te dan la oportunidad de ponerte al servicio del equipo por el bien común. Cuando somos capaces de dejar nuestra individualidad y sentirnos parte de una totalidad, el éxito de otros es también tu éxito. Sin embargo, en la lucha de querer colgarse solo las medallas, y de no dar a los demás la oportunidad de expresar su valía, todos pierden. El verdadero liderazgo se manifiesta en la actitud de servicio.
Gestionar la incertidumbre y reaccionar con serenidad ante un imprevisto como puede ser una avalancha, es la diferencia entre tener o no tener un mañana. Y eso es lo que tienen en común el espíritu aventurero de los montañeros y el espíritu emprendedor. Cuando estás ante lo desconocido hay que vencer el miedo, controlarlo, de ser capaz de no dejarse llevar por él y de actuar con sensatez. A veces tu intuición va más rápida que tus sentidos, y saber ver y leer las señales a tiempo puede ser decisivo. Por eso es conveniente estar siempre alerta y no relajarse, ni siquiera en los días soleados. Sentir respeto por la montaña es para el escalador lo que para el emprendedor es el respeto por el mercado. Si viene una crisis o un contratiempo, es el momento de ser valiente y confiar en tus capacidades sin subestimar a tus competidores. Y una vez más, para afrontar los momentos difíciles y superar los obstáculos es conveniente contar con un equipo y un buen sherpa o coach y mentor que te guíe y te ayude sacar la mejor versión de ti mismo en las duras escaladas del emprendedor.
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¡Que tengas un feliz y mágico día!
Emma García
2 Comments
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido sensaciones que han paralizado nuestros deseos y nos han impedido llegar a donde queríamos. Gracias a la ayuda de los caballos, podemos descubrir qué es lo que nos está limitando, y explorar con qué recursos contamos para conseguir nuestros objetivos. Es el momento en el que la persona se compromete con ella misma, se compromete a conseguir lo que quiere, a potenciar lo que es.
Gracias Fer! Me encantaría probar el coaching con caballos, he tenido un caballo y debe ser una gran experiencia:)