“Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente.” Peter Drucker
Cuando un negocio llega a la fase de madurez empresarial, el empresario puede tener la tentación de relajarse para disfrutar de las recompensas al trabajo bien hecho. El equipo está bien coordinado, cada uno sabe lo que tiene que hacer y no hay sorpresas; el cliente es fiel y las ventas se generan con fluidez. Se goza de la confianza de los clientes, proveedores y acreedores… Todo va sobre ruedas. Pero cuidado. Las aguas tranquilas de la superficie pueden ocultar próximas tempestades.
El mercado cambia rápido y aparecen nuevos competidores con productos o servicios más competitivos o sustitutivos. Las necesidades del cliente varían y pueden verse satisfechas de otra forma, la inversión en marketing y publicidad puede dejar de ser efectiva si no se está lo suficientemente atento a las nuevas tendencias, y los métodos de trabajo pueden llegar a resultar ineficientes o quedarse obsoletos si no se adecuan rápidamente a los constantes avances tecnológicos.
Así pues, ningún negocio por muy consolidado que esté puede darse el lujo de acomodarse. Sobre todo en estos tiempos de cambio de era. Estamos dejando atrás la Era Industrial y entrando de lleno en la Era del Conocimiento. La economía está cambiando, los hábitos de consumo están cambiando, las necesidades de las personas están cambiando, los sistemas están cambiando, los paradigmas están cambiando. Ante este panorama de mega cambios ¿puede una empresa sobrevivir sin cambiar?
La labor del empresario en esta etapa es la de adelantarse a los tiempos. Ha de tener una visión global y actualizada de su industria y de su sector, así como de aquellos sectores e industrias que le afecten directamente. Un empresario debe analizar tanto la información interna del funcionamiento de su negocio como la externa, para tomar decisiones fundamentadas, en lugar de estar reaccionando de forma impulsiva ante los contratiempos.
Las habilidades empresariales más necesarias en esta fase de madurez para sobrevivir con éxito a las aguas turbulentas de los tiempos de cambio son:
El éxito se alcanza fusionando estas nuevas habilidades a las ya adquiridas a lo largo de las fases anteriores del ciclo evolutivo de los negocios. Un dueño de negocio no puede pensar jamás que ya tiene “todo el pescado vendido”, ha de estar en un proceso constante de crecimiento y desarrollo interior. Es por ello que el éxito profesional no se obtiene sin éxito personal, y si ocurre nunca es duradero. Un empresario que ya ha adquirido ciertas habilidades empresariales sabrá levantarse de nuevo y volver a empezar si fuera necesario, pues el fracaso sería abandonar y no volverlo a intentar.
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¡Éxito y Felicidad!